La fuerza de la costumbre


¡Amé ya antes de ahora, mas ahora es cuando amo!
Antes era el esclavo; ahora el servidor soy.
De todos el esclavo en otro tiempo era;
a una beldad tan solo mi vasallaje doy;
que ella también me sirve, gustosa, a fuerza de amante,
¿cómo con otra alguna a complacerme voy?
¡Creer imaginaba, pero ahora es cuando creo!
Y aunque raro parezca y hasta vituperable,
a la creyente grey muy gustoso me adhiero;
que al través de mil fuertes duras contrariedades,
de muy graves apuros e inminentes peligros,
todo de pronto leve se me hizo y tolerable.
¡Comidas hacía antes, pero ahora es cuando como!
Buen humor y alegría bulléndome en el cuerpo,
al sentarme a la mesa todo pesar olvido.
Engulle aprisa el joven y se va de bureo;
a mí, en cambio, me place yantar en sitio alegre;
saboreo los manjares y en su olor me recreo.
¡Antaño bebí, hoy es cuando bebo a gusto!
El vino nos eleva, nos hace soberanos
y las lenguas esclavas desata y manumite.
Sí, sedante bebida no escatiméis, hermanos,
que si del rancio vino los toneles se agotan,
ya en la bodega el nuevo mosto se está enranciando.
La danza practiqué e hice su panegírico,
y en cuanto oía sonar la invitación al baile
ya estaba yo marcando mis honestas posturas.
Y aquel que muchas flores cortó primaverales,
por más que todas ellas a guardar no acertara,
siempre le queda, al menos, un ramo razonable.
¡Sus, y a la obra de nuevo! No pienses ni caviles;
que quien amar no sabe a las floridas rosas
solo encuentra después espinas que le pinchen.
Del sol, hoy como ayer, fulge la enorme antorcha;
de las cabezas bajas aléjate prudente,
y haz que tu vida empiece de nuevo a cada hora.

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