
LEALTAD











Es extremadamente fácil cuando vemos con el corazón. Sentimos la verdad más de lo que podemos pensar sobre ella.
La experimentamos mejor de lo que la comprendemos.
Así es como nos damos cuenta. Nunca dudes si tu corazón te indica que “algo anda mal”. El corazón no sabe mentir, el cerebro sí.
El amor es tan transparente, que cualquiera puede ver a través de él y encontrar la mentira que puede surgir para mantener un romance.
Cuando uno descubre la verdad y se da cuenta de que ha sido traicionado, duele, mucho.
Y es lógico, ya que típicamente quien traiciona suele vivir en la mentira y el miedo, mientras que el traicionado lo hace en la verdad y en el amor.
Esa polaridad resquebraja a ambas partes por no lograr compatibilidad, y es lógico.
Se dice “que la verdad duele”, pero eso no es cierto. Sólo duele que la ilusión que se tenía se vea desmantelada.
Solemos ver en la otra persona no lo que es (la verdad) sino lo que creíamos que era.
Con una nueva conciencia, he llegado a entender que la verdad sólo sabe curar, y los que se resisten a ella, se resisten a la curación.
La más bella contraparte de la traición que he podido comprender, es que con el tiempo sólo trae la verdad,
con ello nos dolerá haber perdido la “ilusión”, pero es sublime “darnos cuenta de la verdad” para así curarnos y poder sacar esa manzana podrida de nuestra canasta y, de esa manera, poder continuar en paz.
Esa es la bella consecuencia de encontrarnos con la verdad: experimentar paz, que es incompatible con la desconfianza.
Si no te gusta la verdad que descubriste, no es problema de la verdad, sino tuyo

Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos - empezó el joven
- Y nos vamos a casar - dijo ella
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitu el día de la muerte.
- Por favor - repitieron - hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
- Hay algo...- dijo el viejo después de una larga pausa - Pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada.
- No importa - dijeron los dos - Lo que sea - ratificó Toro Bravo
- Bien - dijo el brujo - Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?
La joven asintió en silencio.
- Y tú, Toro Bravo - siguió el brujo - deberás escalar la montaña del trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mi, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta...salgan ahora!.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur....
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas.
Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.
- ¿Volaban alto?- preguntó el brujo
- Si, sin dudas. Como lo pediste...¿y ahora? -preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No - dijo el viejo
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne - propuso la joven.
- No - repitió el viejo. Harán lo que les digo: Tomen las aves y aténlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero...Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse.
- Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, "vuelen juntos pero jamás atados".

Trabajo más que un mortal,
pero más fácilmente porque lo hago segundo a segundo.
Tengo que hacer miles de tic-tacs para formar un día, pero dispongo de
un segundo para hacer cada
uno de ellos, no los quiero hacer todos a la vez.
Nunca me preocupo de lo que hice ayer, mi de lo que tendré que hacer
mañana. Mi ocupación es de
HOY , AQUI Y AHORA.
Sé que si hago lo de hoy bien, no tendré que molestarme por el pasado
ni preocuparme por el futuro.
Tú que eres persona, si quieres vivir tan tranquilo y tan feliz como
yo, no trates de vivir toda tu vida, ni
echarte todo el peso del trabajo en un solo día.
Vive ahora, haz el trabajo de cada día en su día.
Te convencerás de que, si se toma tiempo, siempre hay tiempo para todo.
Hay un modo difícil y un modo fácil de hacer el trabajo que tiene que
hacerse. Si quieres encontrar el
modo fácil, "mírame" nunca me preocupo, nunca me apresuro, pero nunca
me retraso.
Lo que tengo que hacer lo hago. ¡Es este el secreto!

Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo
que ya no quería a su mujer y que pensaba separarse.
El sabio lo escucho, lo miro a los ojos y solamente le dijo una palabra:
AMELA, y luego calló.
Pero es que ya no siento nada por ella.
Ámela, repuso el sabio.
Ante el desconcierto del hombre, el sabio agrego lo siguiente:
Amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es dedicación y entrega.
Amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor.
El amor es un ejercicio de jardinería:
Arranque lo que hace daño.
Prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide.
Este preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvias.
Mas no por eso, abandone el jardín.
Ame a su pareja, es decir: acéptela, valórela, respétela,
dele afecto y ternura, admírela y compréndala.
Y eso es todo: ámela.